Eres Dios y eso te confiere tautológicamente la omnipotencia de la omnisciencia. Nada se ocultó antes ni se esconderá después ante ti.
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El demonio de Babel

Eres Dios y eso te confiere tautológicamente la omnipotencia de la omnisciencia. Nada se ocultó antes ni se esconderá después ante ti.

Te preguntas que harás en el próximo instante, ya que lo sabes todo y por tanto conoces el porvenir. Llegado el momento decides no hacerlo. Te acabas de destruir a ti mismo.

Ya muerto, te preguntas si estabas equivocado y desconocías al menos lo que hiciste.

Y si lo sabías todo, ¿por qué te equivocaste al predecir el futuro que tú mismo alteraste?

¿Eras Dios y no lo eras al mismo tiempo? ¿El panteísmo de Spinoza podría reencarnarse en un cerebro consciente para desafiarse a sí mismo?, Si el tiempo es espacio, ¿puede esa foto omnipresente estar predeterminada surgiendo de la nada?

El demonio de Babel había entrado como un virus en la cabeza de Dios para acabar con él y poner fin a la historia del determinismo, que nunca existió, sembrando el caos en la foto de entrega final del premio Nobel desde un Universo aparte, parte de la misma foto.

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