A inicios de 1984, Rachid popularizó las pantallas para personas invidentes, asegurando que había inventado un nuevo sistema. Mediante ondas de baja frecuencia, las imágenes llegaban directamente al cerebro del cliente y ni siquiera necesitaba conectarse la televisión a la corriente.
Todo esto ocasionó no pocas controversias y acusaciones de fraude.
Éxito y polémica.
Algunos televisores de su empresa Visionics parecían limitarse a antiguos modelos de Philips, con un mando a distancia en Braile. Nada menos que quinientos mil aparatos se comercializaron en todo el mundo en aquellos años 80.
Ya desde el principio hubo discrepancias. El periodista ciego Michael Skeptical, le espetó a Shell, en una rueda de prensa: «Tu eres un imbécil, esto es una mierda y no se ve nada«.
Otros, sin embargo, aseguraban el milagro, como Ryan Mate, que decía poder ver todo con nitidez: «Nunca he visto tan bien. Dios bendiga América!«.
Conforme se fueron distribuyendo los aparatos, varias asociaciones de ciegos perpetraron numerosos ataques contra las tiendas e incluso contra Rachid, quien siempre defendió su idea.
Se dice que los últimos años de su vida, el propio Rachid se quedó ciego, debido a la continua exposición a pantallas convencionales. Parece que finalmente reconoció: «Es cierto, no se ve nada, joder!» DEP.