Cuando fuimos los mejores, las camareras nos mostraban la mejor de sus sonrisas en copas llenas de arrogancia…
Se decía que era el verano de 2005 y cuatro jóvenes aspirantes a crápula, Pardegundo, el más pardo, Charlie Town, sutil y adelantado, Mayo, el mas loquillo y Alcallamán, el superhéroe de las alcallatas, que era como Pardegundo llamaba a las chicas menos atractivas, atracaban en Benidorm, con ansias de conquista y felicidad sin par.Desde el minuto uno, los astros se alinearon con estos cuatro madrileños y cual imán veraniego, atraían chicas, alcohol y sol por doquier. Paseos playeros interminables, luciendo musculitos, noches sin mañana ni límite de graduación y cachondeo sin licencia de lágrimas, vaciles sin caducidad.
Alojados en el hotel Mayna, un respetado hostal de la localidad, sin estrellas, pues ya las ponían ellos, no pocas veces les llamaron la atención por su alegría y su guerra particular con el vecino de enfrente, que les increpaba desafiante.
Se trataba de un tal Glasses, personaje de melena desaliñada, gafotas de culo de Jack Daniel’s y presencia intimidante, que permanecía horas inmutable en su terraza y al que embriagados, ellos gritaban una y otra vez «Glasses, don’t stafe me!«, traducción libre al inglés del coloquial castizo «Gafas, que me estafas«.
Nada importaba, cada día era una fiesta y cada noche su after hour. Perdían una libra de felicidad cada 23 horas.
15 de Agosto de 2005: La última cena
Cuando fuimos los mejores, nuestro otro yo nos acechaba, dejamos de ser nosotros, lo peor que llevas dentro se refugia en tu mirada.
Las cigalas desfilaban sin final por la pasarela cañí. La noche de la última cena se rubricó con un final a la altura de aquel ‘good trip’:
El Policía, gritando, dispuesto a sacar la pistola ante la denuncia del hostal por escándalo público (que había iniciado el recepcionista, el trilero Toni Leblanc), reculó al ver el panorama, a saber:
Los 4 jinetes botelloneaban en la terraza con cinco pitukis, a cual más despampanante: Elena, la retaguardia esculpida por Miguel Ángel, Eva, modelo de cine mudo, Chiquinina, un ángel con la picardía de Belcebú, la bella actriz de culebrón Pati Alcallati y Martita, la cándida rubia mix.
La cara de mala ostia del sargento Romerales tornó en estupefacción, al abrir la puerta de la habitación, y finalmente añadió mientras se iba: «Emmm, perdonad, perdonad,… todo bien chavales…» Su juventud se suicidaba.
Horas después, Alcallamán y Charlie decidieron retirarse a otra habitación para rodar juntos el documental de Las Hormigas Voladoras, que Alcallamán tenía preparado desde hace tiempo, pero eso es otra historia.
Pardegundo y Mayo, sin embargo, permanecieron allí, aprovechando el momento, pues de algún modo sabían, que los videoclips sin editar de aquella final de Wimbledon, se perderían en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
Década de 2010: La hecatombe
Con el paso de los años, los cuatro albóndigas se embarcaron en el buque del capitán Garfio, para buscar a Peter Pan, aunque sabían que Campanilla y Wendy no volverían a ser sus amigas.
Batallas perdidas, horas de luz artificial y músculos en huelga de hambre les deparaba el destino, que se había salido de la autopista sin avisar y cogido una comarcal hacia ninguna parte.
No entendían la razón, pero con el tiempo vieron la luz: La revolución digital entonaba el mea culpa: A mayores avances tecnológicos, ellos cumplían más años y por tanto, más desgracias. La era digital les había robado el mes de Abril.
Se habían convertido en los nuevos Glasses, sin darse cuenta:
Pardegundo, sordo y calvo, desde que intentó salvar a un mapache transgénico en un incendio, es ahora asistente de masajista en una conocida sauna gay de Madrid.
Charlie Town, abrazó las enseñanzas tibetanas y hace excursiones de caridad a San Francisco, cuando se lo permite su psiquiatra.
Alcallamán, por su parte, es desde 2007 cajero a tiempo parcial de un Mercadona en Valencia y youtuber esporádico sobre recetas culinarias de jabalí al pilpil.
Mayo, actualmente con serios problemas de obesidad e internado en un psiquiátrico en Oklahoma desde 2005, se pregunta aún, si como afirmaba Loquillo, la locura ha vencido ya a la vejez.
2016: Acto de contrición
En un alarde de lucidez, recuerdan ahora a dos señoras del Mayna, no carentes de experiencia, que les invitaban a dos tomates desde la calle de aquella ciudad hortera levantada sobre la pasarela de Milán, a lo que Mayo, gallito y prepotente respondió: «Es que no nos gustan los tomates». Un nuevo error, del que sólo se darían cuenta con el paso de la madurez, paso de tractor.
Ya en el año 2016, Alcallamán recibió un mensaje anónimo de Whatsapp y de inmediato reconoció a una de aquellas divas:
No tuvo forma de contactarla y por eso acudió a nosotros. Ahora, ya maduros y sin tonterías, liberados del velo de la superficialidad e impotentes, sentados en la cabeza y sin listón, buscan desesperadamente aquella voz en la noche.
pesimismodigital.com, a petición de Alcallamán, nuestro lector incondicional, que nos ha narrado esta apasionante historia, hace así un llamamiento, por si alguien reconoce a esta mujer y de este modo cumplir el ultimo deseo de los 4 jinetes del Apocalipsis, que alguna vez volaron el cielo. Datos de contacto abajo.