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Ulises VI: Las cucharas de los apóstoles

En el capítulo II, Stephen entra en el despacho del señor Deasy, director del colegio en el que trabaja como profesor, para recibir su paga mensual: tres libras (dos en billetes, uno de ellos roto y pegado por la mitad, y otra en una moneda de un soberano).

Joyce describe el ambiente del despacho con frases entreveradas con las últimas cláusulas de la oración del Gloria.

Joyce, a lo Silvio Rodríguez, amenizando un bautizo tras ver las cucharas de los apóstoles Andy, Bart, Mat, Tom

Stale smoky air hung in the study with the smell of drab abraded leather of its chairs. As on the first day he bargained with me here. As it was in the beginning, is now. On the sideboard the tray of Stuart coins, base treasure of a bog: and ever shall be. And snug in their spooncase of purple plush, faded, the twelve apostles having preached to all the gentiles: world without end.

Un rancio aire de humo flotaba en el despacho, junto al olor del descolorido y desgastado cuero de las sillas. Como en el primer día que regateó conmigo aquí. Como era en el principio, ahora. Sobre el aparador, la bandeja de monedas Estuardo, vil tesoro de una turbera: y siempre. Y bien acomodados en su caja de cucharas de felpa violeta, desvaída, los doce apóstoles habiendo predicado a todos los gentiles: por los siglos de los siglos.

Junto a las vetustas monedas Estuardo, el señor Deasy tiene una hermosa caja con doce cucharas cuyos mangos exhiben las representaciones de los doce apóstoles. Era tradición que el padrino regalase a su ahijado un juego de estas cucharas, como parte del “ajuar de cristianar”.

Solían ser de oro o plata si el padrino era rico y desprendido.

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