A lo largo de la novela se menciona en varias ocasiones un curioso medio de transporte típico de la época: el jaunting car.
Habitualmente se traduce por calesín, que es en efecto un carruaje ligero de paseo tirado por un sola caballería. Sin embargo, el jaunting car tenía una particularidad: estaba concebido para parejas mal avenidas y también para las bien avenidas pero que aún no habían recibido las amonestaciones (a las del señor cura párroco nos referimos).
Los dos asientos del habitáculo del carricoche estaban dispuestos back-to-back, que dicen los ingleses. Esto es, con los respaldos acoplados de modo que los pasajeros viajaban dándose la espalda y mirando a los laterales, en dirección perpendicular a la de la marcha.
Sin duda, la mayoría de nuestros fieles y cultos lectores habrán disfrutado en más de una ocasión viendo cómodamente en su casa ese estupendo film de John Ford The Quiet Man (El Hombre Tranquilo, 1952).
En él, el afamado director recrea con todo detalle la Irlanda profunda de sus padres y, cómo no, nos presenta un jaunting car, donde los protas, John Wayne y Maureen O’Hara, inician sus relaciones prematrimoniales no como ahora sino como Dios manda, esto es, paseando muy bien vestidos por las verdes praderas de Erin montados en un jaunting car.