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ULISES II: EL MANTO DE MAHOMA

Proseguimos nuestra grata tarea de desentrañar algunas de las esotéricas frases del Ulises de Joyce.

El señor Bloom, nuestro prota del la novela, sale de casa muy relajado a disfrutar de la soleada mañana de Junio, tras desayunarse su sabroso riñón de cerdo (liturgia que emulan en su honor los fans de Joyce cada 16 de junio, el Bloomsday).

Tiene que asistir al entierro de un amigo, pero dispone aún de una hora libre.

Va tarareando, muy campechano, la arrobadora melodía del dúo de Zerlina y don Giovanni de Mozart, cuando observa una gata apostada en el alfeizar de una ventana.

Pity to disturb them. Mohammed cut a piece out of his mantle not to wake her.

Lástima molestarlos. Mahoma se cortó un trozo del manto para no despertarla.

Según relata Abd al-Rahman ibn Sakhr al Azdi (603-681), más conocido por Abu Hurairah, hombre piadoso que recopiló muchas anécdotas y enseñanzas del profeta de Alá, en los Hadices. Mahoma amaba a todos los animales, pero especialmente a los gatos. Tuvo varios, pero sentía particular afecto por su bella gata Muezza (alusión a muezzin).

En cierta ocasión la minina se había quedado dormida sobre la manga de la túnica del profeta y teniendo éste que acudir a la oración, prefirió cortarse el manto antes que perturbar el sueño de su querida Muezza. Cuando regresó de la mezquita, Mahoma recibió una reverencia de Muezza en gratitud. Entonces acarició tres veces a su gata predilecta.

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